sábado, 30 de enero de 2010

Pasa la raya, sólo

Manuel Pizarro se escama,
según a mí me parece,
pues no ha encontrado ni trece
que merezcan buena fama.
No le han hecho ni la cama,
ni, mucho menos, un hueco,
que en este PePé batueco
nadie está para conquistas:
El Perú está en las listas
y el val(o)er está reseco.


Psikofonías


Pizarro deja de sudar


Fue el fichaje estrella de Mariano Rajoy para los comicios de marzo de 2008. Pizarro se dejó querer, abandonó sus cargos en empresas, se afilió al partido apadrinado por José María Aznar y aguardó una victoria electoral con la seguridad de que sería llamado a una alta responsabilidad en el Gobierno.

El lo negó desde el principio asegurando que quería ser como uno más, que pretendía "sudar la camiseta" como cualquier otro militante y que quería responder a la oportunidad que le había otorgado el líder del PP.

Los elogios fueron unánimes en las filas populares, pero su pasado como presidente de Endesa provocó una avalancha de reacciones advirtiendo lo que podía significar.

La vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega alertó entonces que la presencia de Pizarro en las listas del PP significaba que este partido ponía rumbo hacia la derecha más dura y radical, y Carme Chacón interpretó que el PP apostaba por la "catalanofobia" después de que el ex presidente de Endesa se mostrara contrario a la opa sobre esta empresa por parte de Gas Natural.

Este turolense abogado del Estado, al que José Blanco calificó de "el tiburón del capitalismo que salió de la madriguera", bregó en la campaña electoral contra esas críticas y protagonizó uno de los episodios más recordados de la misma: el debate televisado con el entonces vicepresidente segundo y ministro de Economía, Pedro Solbes.

Las opiniones públicas sobre el resultado de ese combate dialéctico fueron dispares dependiendo de que las vertieran dirigentes socialistas o populares, pero hubo un sentimiento generalizado de que Pizarro había desperdiciado una gran ocasión para que su discurso económico se percibiera como el más acertado.

La derrota electoral del PP provocó que Rajoy estuviera a punto de tirar la toalla, pero, repuesto de la noche electoral, decidió seguir al frente del proyecto con una profunda renovación en su equipo.

Y ahí Pizarro no fue uno de los elegidos. Especialmente llamativo fue que no se le atribuyera la portavocía de alguna comisión en el Congreso y tuviera que esperar unos meses para conseguir la de la comisión Constitucional después de que la abandonara Federico Trillo.

Su escasa presencia en el día a día del grupo parlamentario ha hecho que, desde el inicio de la legislatura, fueran constantes los rumores y noticias sobre su posible abandono del escaño, y él ha tenido que salir en numerosas ocasiones al paso de esos comentarios, que le han situado, incluso, al frente de Caja Madrid.

En todo momento, él ha garantizado estar "totalmente comprometido" con el PP y ha asegurado que iba a trabajar con ilusión durante toda la legislatura.

No ha llegado al final. Pizarro supo resistir bastante tiempo al frente de Endesa, pero no ha soportado más tiempo su vida parlamentaria. EFE

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